El Señor Jesús no desamparó a sus discípulos, pues después de resucitar por cuarenta días se les apareció, y les dios instrucciones y restauró su fe. Vemos entonces que la presencia de Dios nos renueva y fortalece. Jesús nunca te abandona, él siempre está contigo…
Nos dice Lucas 24:28-31 “Llegaron a la aldea donde iban, y él hizo como que iba más adelante. Más ellos le obligaron a quedarse, diciendo: Quédate con nosotros, porque se hace tarde, y el día ya ha declinado. Entró, pues, aquedarse con ellos. Y aconteció que estando sentado con ellos a la mesa, tomó el pan y lo bendijo, lo partió, y les dio. Entonces les fueron abiertos los ojos, y le reconocieron; mas él se desapareció de su vista”.
En primer lugar podemos ver que Jesús nos sorprende con sus obras y bendiciones. En el camino a Emaús, Jesús se aparece a dos discípulo (aunque no lo podían reconocer) y después de llegar a la aldea a donde iban, el Señor hizo como que continuaba su camino, pero los discípulos insistieron en que se quedará con ellos, pues ya era tarde. Era Jesús quien iba con ellos, pero no lo sabían.
Estando a la mesa con ellos tomó el pan y lo bendijo, lo partió y les dio y en aquel momento, sus ojos fueron abiertos y le reconocieron, más él desapareció de su vista.
En segundo lugar es muy importante que tengamos en cuenta aquí que la cena es figura de intimidad (la última cena la tuvo Jesús con los doce discípulos solamente), y eso nos habla de intimidad con Dios, y allí él se revela, allí él da a conocer su carácter, su consejo y sus planes.
Debemos recordar también aquí que en el Lugar Santísimo, lugar más íntimo del tabernáculo o templo era el lugar donde se manifestaba la presencia de Dios y se escuchaba su voz. La oración a solas con Dios es muy importante.
En tercer lugar vemos la mano de Dios levantando la fe de sus discípulos. Poco a poco la presencia de Jesús con ellos fue restaurando la fe, la esperanza y el desánimo fue desapareciendo de sus corazones, en aquel momento a solas con Jesús sus ojos fueron abiertos y pudieron ver que él había caminado con ellos y ahora estaba cenando con ellos.
Con frecuencia podemos ver que ante la crisis y la adversidad es difícil comprender la obra de Dios, pero él no te ha desamparado, tampoco te ha abandonado ni te ha dejado solo(a), él te ha sostenido y te ha acompañado y como resultado de tu comunión con Dios verás su obra contigo y cómo te ha acompañado todo el camino. Recuerda que él dijo: “Nunca te dejaré ni te desampararé”.