Reflexiones

La Solución Divina

Ante un momento difícil, Saúl consultó a Dios, pero no obtuvo respuesta. Por su desobediencia, había perdido el acceso a la dirección de Dios. Entonces, Saúl se angustió y consultó a una adivina, solo para escuchar –una vez más– al profeta Samuel repetirle que Dios había quitado el reino de sus manos, y lo había entregado a David.

En 1 Samuel 30, vemos el contraste entre Saúl y David. David regresó de una batalla para encontrarse con que habían destruido su ciudad. Y dice la Biblia que David estaba angustiado porque el pueblo hablaba de apedrearlo. Pero David no fue a consultar a una adivina, sino que consultó a Jehová, cuya respuesta fue: Síguelos, porque ciertamente los alcanzarás, y de cierto librarás a los cautivos. En otras palabras: Sal del lugar donde estás llorando, sal de esa estrechez de corazón, sal de ese desánimo, sécate las lágrimas y persíguelos porque los vas a alcanzar.

La diferencia entre Saúl y David, es que David tenía a quién consultar, mientras que Saúl tuvo que ponerse a inventar a ver a quién consultaba. Y cuando sabes a quién tienes que consultar, cuando sabes a dónde tienes que ir, la angustia desaparece de tu vida, porque sabes que es Dios quien te da la palabra segura para tú tener la victoria. No sería Dios quien libraría a David del problema. Dios iría con él, pero David no podía permitir que la destrucción de su ciudad le llevara a un grado tal de angustia que le detuviera en su camino, y detuviera lo que Dios quería hacer a través de él.

La solución para la angustia del cristiano no es consolación. Cuando Dios va a trabajar con el espíritu angustiado, no lo hace dándole consuelo. La orden de Dios va a ser: Ensánchate, crece, muévete, multiplícate, haz algo más grande.

Quizás has consultado a Dios en momentos de tribulación que te han llevado a angustiarte, esperando una palabra de consuelo. Pero la solución divina para el espíritu angustiado es impulsarte para que hagas algo más grande y salgas del lugar estrecho en el que tú estás.

El problema es que, ante la angustia, nuestra mente nos hace ver las cosas de una manera diferente a como Dios las ve, llevándonos a estrecharnos.

En 2 Corintios 6:11-13, Pablo dice: Nuestra boca se ha abierto a vosotros, oh corintios; nuestro corazón se ha ensanchado. 12 No estáis estrechos en nosotros, pero sí sois estrechos en vuestro propio corazón.13 Pues, para corresponder del mismo modo (como a hijos hablo), ensanchaos también vosotros. Pablo tenía grandes palabras para los corintios, pero ellos pensaban con estrechez de sí mismos.

Tú no estás estrecho, sino que es tu corazón lo que está estrecho. La mayoría de las cosas que te angustian en el alma y en el corazón no son reales, sino que son tan solo percepciones de tu corazón. Cuando miras bien, tú no estás estrecho. Quizás estás atribulado, pero no estás estrecho. Quizás tienes problemas, pero no estás estrecho. Quizás tienes dificultades, pero no estás angustiado. Donde está la angustia es en el corazón porque, en vez de recibir la palabra grande que Dios tiene para tu vida, en vez de ampliar tu corazón para recibir la palabra grande que Dios tiene para ti, lo que has hecho es achicar tu corazón, y ahora la palabra grande que Dios tiene para ti no cabe.

Pablo exhortó a los corintios a ensanchar el corazón para que pudieran recibir aquella palabra que él tenía para ellos. De la misma manera, ensancha tu corazón. No permitas que las circunstancias, las dificultades que has estado viviendo achiquen y cierren tu corazón a las grandes promesas que Dios tiene para tu vida.

Entiende hoy que la alternativa de Dios para un corazón angustiado no es darle consuelo. La respuesta de Dios a David no fue: Tranquilo, yo te voy a traer a tu esposa. Su respuesta fue: Párate de donde estás; persíguelos, porque los vas a alcanzar y vas a recuperar todo.

La respuesta que Dios tiene ante la angustia que tú has estado sintiendo en tu corazón es: Crece, multiplícate, haz algo más grande, cree por algo más poderoso.

Agranda tu corazón para que puedas recibir la palabra que Dios tiene para ti.

Pastor Atoniel Font
Puerto Rico

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