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¿Existe una falsa historia nacional?

Existe un consenso de que la historia de una nación refleja su ser, sus glorias, cuitas y sus anhelos a futuro. Si uno desea conocer la naturaleza de un pueblo, uno de los mecanismos más infalibles es el conocimiento de dicha historia.

Hago este preámbulo, ya que ha sido motivo de escándalo una publicación didáctica del Ministerio de Educación sobre Ciencias Sociales para jóvenes de sexto curso, que posee diversos errores.

Uno entiende que todo escritor tiene su estilo, pero quien hace las veces de historiador o cronista, y más para un público joven debe estar constreñido por la verdad histórica. ¿y cuál es dicha verdad histórica?. Aquella comprobada por pruebas diversas (orales, documentales, arqueológicas, audiovisuales, artísticas, etc.), que nos permiten reconstruir dicho evento con un margen de objetividad elevada. Y también es aquella verdad que ha sido sostenida por la mayor parte de nuestros historiadores.

No conozco al autor de la obra, y desconozco su nivel académico, pero presenta una visión sesgada de la realidad histórica nacional, donde se minimizan las proezas que culminaron en la independencia y se destacan sobremanera episodios de la historia del pueblo haitiano.

A dicho autor se le olvida que desde que José Gabriel García empieza su Historia de Santo Domingo, con la pólvora del trabucazo de la Puerta del Conde aún humeando, el pueblo dominicano adoptó un concepto de otredad con respecto al pueblo haitiano. Desde nuestra conformación como pueblo cristiano con mezclas de europeos, aborígenes y africanos, con lengua y cultura hispanas, se nota una clara diferencia con la estructuración del pueblo haitiano, que es mayormente descendiente de esclavos africanos, adoradores del vudú y como tapadera o sustrato dizque católicos, y de cultura y lenguas creole derivado del francés y lenguas africanas.

No me puedo oponer jamás al revisionismo histórico, es decir al reanálisis y a la revalorización de hechos y personajes históricos, pero el mismo deben ser hechos con objetividad. No puedo valorar favorablemente dicha obra, ya que adolece de un sinnúmero de yerros, y nuestras futuras generaciones, aquellas que se sientan en los pupitres de nuestras aulas, deben conocer nuestra historia de manera cabal para defender la patria y sus más caros valores.

Si no hablamos de historia, no entenderemos porqué esa bandera con cruz blanca flamea con el viento, ni qué inspiró ese himno considerado uno de los más bellos del mundo. Perderemos nuestra memoria histórica, y no sabremos defender lo que nos identifica, ya que uno sólo protege aquello que quiere y conoce.

Deseo, pues, exhortar a nuestras autoridades educativas, intelectuales y demás actores que confluyan en esas actividades, a que fomenten el estudio de una historia objetiva, fundamentada en la realidad histórica, y que sea escrita de manera amena para que nuestros jóvenes puedan valorar, conocer y querer la historia patria, que es su propia historia.

Por Dr. Néstor Saviñón

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