TESTIMONIOS DE MARGARITA

¡Cuán grande es él!

Seguro que la mayoría de los creyentes relacionan el título de este artículo con ese conocidísimo himno cristiano que lleva el mismo nombre. Sería lo más normal que fuera así, pues indagando sobre el particular me he enterado que ese himno ha sido traducido a cientos de idiomas y dialectos; que la letra de dicha canción fue escrita por Carl Boberg, un reverendo sueco que en 1885, cuando Boberg contaba con 25 años de edad, se dirigía caminando hacia su casa después de haber salido de la iglesia, momento en que recibió tan majestuosa inspiración.

Según varias fuentes, entre ellas Wikipedia, Boberg presenció como una fuerte tormenta se transformó de repente en una apacible calma mientras al mismo tiempo, en un área boscosa cercana, podía escucharse el trinar de las aves, que se conjugaba con el sonido de las campanas de la iglesia que Boberg había abandonado minutos antes. El Señor manifiesta su poder en infinidad de maneras y “O Store Gud”, título original del poema escrito por Boberg, es hoy un hermoso himno que ha perdurado en el tiempo hasta convertirse en la canción cristiana más interpretada por solistas, coros y congregaciones cristianas del mundo entero.

Mas, la razón principal por la cual quise indagar acerca del origen de ese himno fue una revelación que recibí del Señor un 25 de diciembre del año 2016. Ocurrió en un sueño que tuve aquella madrugada, en el que un señor se me acercaba para expresarme que Dios quería ser alabado por su pueblo, que su iglesia le dedicara salmos y alabanzas con el corazón, porque esa es una ofrenda grata para él. Luego ponía a tocar un disco compacto en un pequeño aparato que conectó a la corriente y empezó a sonar la canción que hoy motiva este escrito. Desperté aquella mañana dándome cuenta que, aunque había escuchado la canción en cuestión muchas veces y en distintos lugares, no me sabía la letra de memoria, así que la busqué en mi computadora, en internet y comprobé que sí, en realidad la letra es preciosa y da toda la gloria al Creador por las increíbles muestras de amor que nos brinda a través de la naturaleza y toda la creación.

Estaba tan emocionada por la recepción de aquel mensaje del Señor que me propuse compartirlo de manera inmediata con el pueblo del Señor, porque entendía que así debía hacerlo. De nuevo me auxilié de la tecnología para averiguar cual iglesia tenía culto aquel 25 de diciembre. Fue así como supe que Ministerios Elim celebraría un culto especial aquel día a las seis de la tarde. Estaba decidida a participar de aquel culto, las horas serían cortas comparadas al regocijo que sentía por compartir el mensaje que Dios había puesto en mi corazón. Minutos más tarde recibí una llamada telefónica de mi hermana Milagros, deseaba invitarme a visitar a nuestros familiares aquel día y con motivo de las fiestas navideñas, algo que siempre ha sido una tradición familiar, el reunirnos en esos días en que el año está llegando a sus últimos días.

Mi primera intención fue la de declinar aquella invitación, pero, por acompañar a mi hermana y aprovechar para estrechar en abrazos a los demás miembros de la familia, al final decidí aceptar, con la condición de que deberíamos estar de vuelta a la hora en que el culto de la iglesia sería celebrado. Partimos hacia Santiago de los Caballeros y, luego de haber compartido un maravilloso día con mis parientes y amigos que residen en la ciudad corazón, regresamos a Santo Domingo antes de las cinco de la tarde. Pedí a mi hermana que me dejara en la iglesia de Elim, aunque todavía era temprano para el culto, pero, no quería arriesgarme a llegar tarde si iba a mi casa para luego ir a la iglesia.

Una veen Ministerios Elim me dirigí hacia el área donde usualmente se encuentran los integrantes del coro y allí conversé con el director Musical de la banda de adoración a quien le relaté el mensaje que había recibido de parte del Señor aquella madrugada. Grande fue mi sorpresa al escuchar al director del coro, todavía más sorprendido, expresarme que esa precisamente era la canción principal de aquel culto especial de alabanzas que el pastor había preparado para dedicarlo al Señor; que el pastor en persona había seleccionado aquel himno, porque el Señor también lo había puesto en su corazón. Di gracias al Señor por aquella confirmación de que el contenido de aquel mensaje era semilla divina que había caído en tierra fértil, tanto en mi sueño como en la congregación de Elim.

Ocupé un asiento en la parte trasera de la iglesia y seguí meditando en las cosas del Creador y agradeciéndole que me utilizara en la manera tan especial que él sabía hacerlo. Cuando todo estaba listo para que iniciara el culto, un miembro del personal que labora en la iglesia fue hasta mi asiento para indicarme que el pastor Ortiz quería conversar conmigo. El pastor y yo conversamos por breves instantes y él me hizo saber, luego de escucharme narrar lo que recibí en mi sueño, que él también había recibido el mensaje de parte del Señor para exhortar a su pueblo a que lo alabara, que invocara su nombre entonando alabanzas en las cuales le diéramos a él toda la gloria que sólo él merece y que esa había sido la canción que Dios había puesto en su corazón. Disfruté  aquel culto especial de alabanzas dedicadas al Creador y aún en mi hogar podía sentir la paz y el regocijo que el Señor concede cuando somos obedientes a sus designios.

Luego de aquel día he compartido aquella revelación con muchos hermanos y hermanas en Cristo, el mismo mensaje que hoy comparto con ustedes, para que alabemos a Dios en espíritu y en verdad en todo momento y lugar, como el propio Cristo indicó a la samaritana que el Señor quiere que lo adoren (Juan 4:23-24). En los tiempos actuales, nuestro Padre celestial quiere sentir en el corazón de su pueblo el anhelo de alabarlo todo el tiempo y dedicarnos con amor y alegría a exaltar su nombre en cada himno que entonemos.

El Señor quiere que llenemos las calles con sus alabanzas, que cantemos su gloria y hagamos que las notas de sus himnos llenen los oídos y corazones de todas las criaturas que él ha creado, porque esa es la manera en que le damos la mejor de las ofrendas, la primicia de nuestros labios y la intimidad de nuestro espíritu con el suyo.

Así que hoy y siempre mantengamos presente el mensaje que Dios nos envía, y cantemos llenos de gozo dándole gracias por su inmenso amor, porque grande sólo hay uno y ese es nuestro Señor y Creador, Jehová de los ejércitos, un Padre amoroso que siempre nos cuida y está de nuestro lado y que lo único que pide a cambio es una verdadera muestra de fe y amor mediante la alabanza y la oración. Dios bendiga la vida de todo aquel que lo alaba con amor en espíritu y en verdad. Te invito a que tú seas esa persona en este día y todos los días de tu vida. Amén.

La gloria y Honra sea para Dios.

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